Autor: Josecho Vélaz Ballesteros, coordinador del GT de Industrialización del...
Leer másPor: Carlos Martí
Director de Contenidos del Foro de las Ciudades de Madrid. Director de la revista Ciudad
Sostenible.
Que las ciudades se mueven lentamente mientras las “modas urbanas” vuelan a toda velocidad es una paradoja con la que hay que convivir. Tal es la voracidad para satisfacer la demanda de nuevas ideas que muchas, aunque con diferente nombre, se solapan cuando no se copian descaradamente.
Realmente vivimos en la era de la información, pero también de la incertidumbre y de la constante gestión del riesgo. La información es la materia prima más valiosa, especialmente en momentos de descarbonización y desmaterialización de las economías avanzadas. Sin embargo, esta materia prima nos llega gripada, deformada y manipulada a la medida de las corrientes dominantes y del vocerío mediático en redes sociales.
Para luchar contra el binomio incertidumbre/desinformación, el Observatorio 2030 del CSCAE, lanzó hace unos días su informe “Ciudad y Territorio en regeneración”. Lo hizo en la sexta edición del Foro de las Ciudades gracias a una colaboración con IFEMA MADRID, un escenario que ha permitido encuadrar mejor el enfoque sobre dicho informe, porque su presentación vino acompañada de varios casos prácticos de las ciudades de Santander, Copenhague y Bogotá, y de la celebración de otras dos sesiones específicas sobre regeneración y rehabilitación organizadas con la Asociación Sostenibilidad y Arquitectura, ASA., con una decena de ciudades y expertos.
El Foro de las Ciudades 2024, mirado en su conjunto y una vez celebrado, ha reafirmado la tendencia generalizada, y ya madura en el debate, sobre la necesidad de acometer las intervenciones urbanas desde una visión multidisciplinar que incorpore propuestas integrales basadas en la idea de regeneración, con una visión que sume todos los elementos, los espacios de actuación y los agentes implicados para poder afrontar una crisis urbana que también es multiescalar.
Redimensionar la ciudad existente con nuevos valores apoyados en la calidad de vida, la creación generativa, el talento y la habitabilidad necesita de consensos políticos y sociales que combinen las luces cortas con las largas, aunque estas últimas no tengan un rédito electoral inmediato en el tiempo. Además, todo ello esquivando las tentaciones de rediseñar la ciudad como un escenario teatral que fomente la urbanalidad y la gentrificación.
Los procesos de regeneración, que ya están en marcha en muchas ciudades bajo la visión de la Agenda Urbana Española y los planes de acción ya existentes en más de 250 municipios, esperan ahora los nuevos fondos de cohesión de la Unión Europa y los apoyos económicos para las futuras Estrategias Territoriales Integradas (herederas, pero diferentes de las EDUSI).
Todo este armazón ideológica y práctica sobre la regeneración girará sin duda sobre dos pivotes: las transformaciones drásticas por los impactos del cambio climático y los procesos migratorios (entre ellos uno efímero llamado turismo), y una nueva era definida por el agotamiento de los recursos.
En este punto, la transición energética hacia fuentes renovables (incluyendo más autoconsumo en las ciudades) y las planificaciones circulares son clave. El “usar y tirar” y “el poseer” se termina, porque empieza el tiempo de reaprovechar y compartir.
En un “más difícil todavía”, la regeneración tendrá que ofrecer respuestas a la cultura del cambio y de la escasez, lo que significa romper paradigmas intocables y repensar constantemente nuevas soluciones (lo que valía ayer probablemente ya no vale hoy). Talento, creatividad, diálogo y mucha imaginación serán cualidades muy necesarias entre aquellos profesionales que se enfrenten a procesos de regeneración urbana en los próximos años.
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